sábado, 12 de octubre de 2019

CUANDO OCULTAN LA RESISTENCIA MALLORQUINA A LOS INVASORES CATALANES...


La doctrina catalanista tiene como principal premisa dejar siempre de lado y ocultar todo aquello que puede ser una diferenciación del Reino de Mallorca respecto de la Corona de Aragón, que el catalanismo la identifica simplemente con Cataluña. Un caso flagrante de mentira y ocultación de la realidad es la de la fidelidad y apoyo incondicional de los mallorquines a sus reyes de la dinastía privativa en las invasiones catalanas contra Jaime II (1285) y contra Jaime III (1343), así como al apoyo dado a Jaime III en su fatal intento de recuperación de Mallorca (1349).

A la muerte de Jaime I (1276) la Casa de Aragón se escindió en dos: Mallorca y Aragón. La Corona de Mallorca quedó conformada por el Reino de Mallorca —las Islas Baleares— y los honores occitanos de Montpellier, Llates, Omelades, Carlades y los condados norpirenaicos de Colliure, Rosellón, Cerdaña, Coflent, Capcir y Vallespir. El nuevo Rey de Mallorca, Jaime II, juró los privilegios mallorquines día 12 de septiembre de 1276. Para desgracia de Jaime II de Mallorca, a la no aceptación de la separación territorial de la Corona por su hermano Pedro III de Aragón, se unió el hecho de que Mallorca era un importante centro de intercambio por donde pasaban las rutas más importantes del Mediterráneo —la de Oriente que llegaba hasta el Mar del Norte pasando por Gibraltar, Lisboa y Galicia, y la que comenzaba en los puertos africanos de Berbería, que llegaba hasta a París y Flandes— que quedaban fuera del control aragonés. Todo esto más una serie de circunstancias adversas precipitaron en 1285 la pérdida para Jaime II del Reino insular por un período de trece años.

La invasión fue comandada por el Infante Alfonso de Aragón, que llegó a Mallorca con las terribles tropas de almogávares y mercenarios sicilianos que transportaba en las sesenta galeras al mando del almirante siciliano Roger de Lauria. El catalanismo oculta la lealtad y resistencia de los mallorquines frente al invasor, arguyendo que como los mallorquines no eran más que catalanes, no tenía ningún sentido que se hubiesen opuesto a retornar al seno de la Corona de Aragón. Pero la realidad es que si hubo una fuerte defensa y oposición mallorquinas. Además de la fuerte resistencia en al Castillo de Alaró por parte de los mártires Cabrit y Bassa y los suyos, también se dio una fuerte oposición a la invasión de Reino en la capital balear. En Palma el lugarteniente de Jaime II, Pons de Sa Guardia, se hizo fuerte entre los muros de la fortaleza palmesana del Temple, mientras que el resto de mallorquines aptos para el combate lo hacían en la fortificada mezquita-catedral situada frente al Palacio de la Almudaina. Pero a pesar de la gran defensa isleña las tropas de almogávares y sicilianos redujeron a los mallorquines. Después de la caída de la capital el Infante Alfonso se dedicó a represaliar a los mallorquines leales a Jaime II de Mallorca.

Hay destacar que durante los más de diez años que Mallorca estuvo en manos de Aragón el mallorquín más ilustre y universal de todos los tiempos, Ramón Llull, fiel al defenestrado Rey de Mallorca no puso pie en ningún territorio aragonés y mucho menos en Mallorca. De hecho, en su obra Blanquerna denunció la desposesión del Reino de Mallorca a su amigo Jaime II. Dice el monarca mallorquín: ara son esdevengut pobre e son en manysepreu de les gents per un rei ergullos, injuriós qui, per son gran poder e per avarícia m’ha tolta ma terra [ahora he vuelto pobre y menospreciado de las gentes por un rey orgulloso e injurioso quien por su gran poder y por avaricia me ha quitado mi tierra]. Como es de imaginar este episodio de la vida de Llull está totalmente borrado de la historia por el catalanismo.



Al cabo de medio siglo la  historia se volvió a repetir. Esta vez fue Jaime III de Mallorca el que perdió el reino a manos de Pedro IV de Aragón. La constante tensión entre los dos cuñados Jaime y Pedro, acentuada durante el conflicto con Marruecos, llevó a la decisión final de Aragón de incorporar Mallorca a su Corona. En 1342 con esta intención y con la excusa de la acuñación de moneda en Perpiñán, en contra de lo convenido, Pedro IV de Aragón abrió un proceso contra Jaime III que culminó con la desposesión del Reino de Mallorca. Así es como Aragón invadió de nuevo Mallorca en 1343. Nuevamente hay que destacar la importante resistencia del pueblo mallorquín, que el catalanismo vuelve a ocultar. Además de la resistencia armada de los castillos roqueros de Alaró, Santueri y Pollensa, el lugarteniente de Jaime III se hizo fuerte en la fortaleza del Temple de la capital balear. Pero a pesar de la fuerte resistencia mallorquina el ejército aragonés venció a los isleños. Y como en la anterior invasión las represalias contra los mallorquines leales a los reyes privativos fueron terribles a cargo del nuevo gobernador Gilaberto de Centellas. Hubo deportaciones a otros lugares de la Corona y también ejecuciones entre la nobleza y ciudadanía mallorquina leal a Jaime III de Mallorca.

Pero Jaime III no se resignó a perder su Reino insular. Con el objetivo de recuperarlo, en 1349, vendió sus dominios continentales occitanos de Montpelier, Omelades y Carlades al Rey de Francia para poder sufragar el ejército que había preparado para la reconquista del Reino. El día 11 de octubre con un ejército formado por mil hombres entre provenzales, languedocianos e italianos desembarcó en el norte de Mallorca. La táctica de defensa puesta en práctica por el terrible Gobernador Centellas consistió en trasladar a todos los habitantes del Reino junto con animales y alimentos a la capital isleña, a la ciudad de Inca y a los castillos roqueros de montaña para evitar cualquier tipo de ayuda de la población mallorquina a su legítimo Rey. 

Los días de la Corona mallorquina acabaron definitivamente en Lluchmayor día 25 de octubre de 1349 con la muerte de Jaime III de Mallorca, y la prisión en Barcelona del Infante Jaime. La cabeza del Rey mallorquín fue enviada al Rey aragonés como trofeo de la victoria, mientras que el cuerpo fue enterrado en la iglesia de Lluchmayor, para ser posteriormente trasladado a Valencia a fin de evitar cualquier intento de veneración popular. En el año 1905 los restos de Jaime III retornaron a su estimada patria para descansar definitivamente en la Catedral de Mallorca. 

En el lugar de la muerte de Jaime III, conocido como es camp de sa batalla [el campo de la batalla] seiscientos años después, se erigió una cruz en recuerdo del Rey mallorquín que lucho y murió por la independencia del Reino de Mallorca. En la cruz se grabó la leyenda tui memore tui [los tuyos de se acuerdan de ti]. Los que recordamos cada 25 de octubre no faltamos a la cita para el homenaje de nuestro último Rey privativo. Los que faltan cada año son toda la corte catalanista que rinde pleitesía a sus adoctrinadores.

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